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Durante gran parte del tiempo de nuestra vida, realizamos acciones cotidianas que parecen completamente admisibles, pero que en realidad son malsanas y malogran nuestro progreso y bienestar, es decir, actuamos en piloto autonómico, sin saber porque hacemos lo que hacemos y sin cuestionarlo, por lo que lo asumimos como una expresión de la normalidad cotidiana, y toleramos la frustración, y el malestar social e individual que genera.
Y lo malo de la normalización de las acciones cotidianos, es que hace que vivamos cada día como si fuera uno más, toda actividad se vuelve monótona y sin pasión, y desafortunadamente repetimos este procedimiento por varios años.
Para muchos, es más sencillo darse por vencidos y aceptar la cotidianidad, ya que están seguros que encontrar un propósito en la vida es una pérdida de tiempo, y lamentablemente, no se conforman con creerlo, sino que buscarán convencernos de lo mismo.
Y no sé ustedes qué piensen, pero para mi, eso no es vivir es sobrevivir. Así que, surge la necesidad de lograr un cambio de mentalidad y en el accionar, y por lo mismo, no nos neguemos la posibilidad de ser mejores, hay que alistarnos para una nueva actitud ante la vida.
No podemos ni debemos seguir como hasta ahora, tenemos que dejar de realizar las cosas que nos perjudican y empezar a hacer lo correcto, es decir, aquello que sea para nuestro beneficio y bienestar, y para lograr evolucionar, necesitamos desaprender, despojarnos de malos hábitos, alejarnos de la pérdida de tiempo, de las acciones inutiles y de las ideas y creencias obsoletas.
Y la mejor manera de alcanzar nuestros objetivos, sean cual sean los que nos hayamos propuesto, es estableciendo hábitos saludables. Y simultáneamente, debemos de aprender como utilizar nuestro tiempo, nuestros recursos, nuestras aptitudes y capacidades, y nuestros esfuerzos.
Sin embargo, el desarrollar estos hábitos saludables es como jugar a serpientes y escaleras, es decir, hay altibajos, progresos y retrocesos, y a su vez, abra alegrías y tristezas, días fáciles y otros no tanto, pero lo importante es la constancia, la perseverancia, y jamás claudicar.
Además, abra que desvincularnos y resguardarnos de las personas tóxicas, aquellas que de alguna manera nos impiden desarrollarnos y progresar, y que por ende, estropean nuestro bienestar.
También hay que dedicarnos tiempo, pero de calidad. Y a su vez, reconocer nuestros logros por más minúsculos que sean, porque la realidad es que no existen triunfos pequeños, debemos de valorar el ahínco que le destinamos a cada uno de nuestros objetivos, porque los resultados de nuestro esfuerzo y constancia serán evidentes.
Por lo tanto, si nuestra intención es vivir una vida fructífera y relevante, debemos tomar las decisiones correctas y adecuadas para ello.
Por: Gerardo Guerrero
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