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Es impresionante cómo la mente creativa se entrelaza con la oscuridad del alma, como si la genialidad misma estuviera intrínsecamente ligada a los abismos de la depresión. A lo largo de la historia, el arte ha sido moldeado por manos atormentadas que encontraron en la expresión su refugio y su redención. Charles Bukowski, con su agudeza única, plasmó con palabras la desolación de aquellos espíritus que nunca se doblegan ante la cordura común.
En 2012, un estudio profundo confirmó lo que muchos ya sospechaban: las mentes creativas y atormentadas coexisten en un delicado equilibrio. Entre los nombres grabados en el bronce de la historia, se alzan figuras como Hemingway, Dickens, Tolstói y Woolf, cuyas mentes brillantes atravesaron la neblina de la depresión clínica. Incluso en los árboles genealógicos de los grandes artistas, se descubre un patrón alarmante de esquizofrenia, trastorno bipolar, anorexia nerviosa y autismo, sugiriendo la existencia de un vínculo innegable entre la creatividad y los desafíos de la mente.
Entre estos titanes de la creatividad se encuentra el enigmático Edvard Munch, cuyo "Grito" surgió de un episodio de pánico y alucinaciones, y Vincent van Gogh, cuyas cartas a su hermano Theo retratan una lucha constante contra la oscuridad que lo asediaba. En las sombras de la historia también se halla Francisco de Goya, cuyos episodios depresivos marcaron su obra en dos periodos claramente diferenciados.
El propio Picasso, durante su periodo azul, se sumió en la tristeza tras el suicidio de un amigo, dando vida a cuadros que reflejaban la melancolía y la marginación. Edgar Allan Poe, en medio de tragedias y pérdidas, escribió poemas oscuros que resuenan en los rincones más profundos del alma. Beethoven y Mozart, con sus propias luchas internas, plasmaron notas que han perdurado a través de los siglos, mientras que la genialidad de Miguel Ángel se vio teñida por sus luchas internas y su posible autismo.
Incluso el padre del pop art, Andy Warhol, con su síndrome de Diógenes y su compleja relación con la depresión, dejó un legado que desafía los límites del arte convencional. Estas mentes brillantes, a pesar de las penurias que enfrentaron, dejaron una huella imborrable en el tapiz de la historia, recordándonos que la locura y la razón a menudo caminan de la mano en el camino de la creatividad.
**Edvard Munch
Es posible que Munch tuviera trastorno bipolar, psicosis o ataques de pánico, conclusión a la que se llega al estudiar su propio diario, en el que describió algunas de sus alucinaciones visuales y auditivas. En 1908 fue hospitalizado por un aumento considerable de éstas, síntomas depresivos e ideas suicidas. Se cree que su obra más conocida: El grito, surgió de un episodio de pánico o alucinaciones. Sobre dicho cuadro mencionó: “Iba por la calle con dos amigos cuando el sol se puso. De repente, el cielo se tornó rojo sangre y percibí un estremecimiento de tristeza. Un dolor desgarrador en el pecho”.
**Vincent van Gogh
Vincent van Gogh luchaba contra el trastorno bipolar mientras pintaba algunas de las grandes obras de la Historia de la pintura. Las pruebas más concisas sobre sus problemas psicológicos son las cartas que enviaba a su hermano Theo:
“Estoy molesto conmigo mismo porque no puedo hacer lo que me gustaría hacer, y en un momento así, uno se siente como si estuviera atado de manos y pies en el fondo de un pozo oscuro y profundo, totalmente impotente”.
Existe cierta discusión sobre si van Gogh sufría trastorno bipolar, epilepsia o trastorno de personalidad límite.
El 23 de diciembre de 1888 se cortó parte de la oreja izquierda en uno de sus episodios depresivos o convulsivos, posteriormente fue internado en el hospital de Arles, donde se le diagnosticó “Manía aguda con delirio generalizado”.
**Francisco de Goya
El pintor español Francisco de Goya y Lucientes fue otro de los artistas que padeció un trastorno mental. Aunque murió a los 82 años, desde los 30 sufrió episodios depresivos cada tres años. Tan importante fue su enfermedad en su obra, que sus biógrafos dividen sus pinturas en dos periodos: antes y después de su enfermedad. La primera etapa estuvo caracterizada por alegría y luminosidad, la segunda por fantasmas y horror.
En 1772 se sitúa la línea que divide ambos periodos; con 46 años, mientras estaba en Sevilla, sufrió una enfermedad que le causó perdida de la audición, dolores de cabeza, graves problemas de visión y debilidad en el brazo derecho. Al poco tiempo esos síntomas físicos se convirtieron en síntomas mentales: sentimientos de tristeza, alucinaciones y delirios.
**Picasso
Se cree que Picasso sufrió depresión durante su conocida etapa azul. Tras el suicidio de su amigo Casagemas en 1901, comenzó a pintar cuadros en los que predominaban los tonos azules. Aunque Picasso fue normalmente una persona sociable y a la que le gustaba salir, cayó en una tristeza que lo llevó a pintar cuadros melancólicos y de personas marginadas por la sociedad como mendigos, ciegos o mujeres en la miseria. Esto provocó que el público no se interesara tanto por sus obras y tuvo dificultad en venderlas. Afortunadamente esta situación fue temporal, ya que Picasso murió millonario con una fortuna aproximada de 500 millones de dólares.
**Edgar Allan Poe
El escritor y poeta estadounidense Edgar Allan Poe también sufrió de depresión, hecho que probablemente le llevó a escribir poemas oscuros como El cuervo. Tuvo una vida llena de desgracia: perdió a su madre por tuberculosis a los 2 años, más tarde fue adoptado, aunque también su madre adoptiva murió. Al entrar en la Universidad de Virginia, e introducirse en el mundo de las apuestas, discutió con su padre adoptivo y se alejó de su familia. Se casó, pero su esposa padeció de enfermedades constantes y falleció a los 25 años en 1847. Se cree que murió intoxicado por alcohol en 1849.
En su juventud Poe fue un chico con una buena autoestima, aunque a medida que envejeció comenzó a beber y a tener una visión más negativa de la vida. Fue descrito por sus compañeros y familia como melancólico y orgulloso, comportamiento que mostró cuando se negó a recibir dinero cuando él y su esposa estaban enfermos e incapaces de trabajar. Adquirió el mote de “el hombre que nunca sonríe”. En una de las cartas de Poe se puede observar su dramatismo y melancolía: “Creo que Dios me dio una chispa de genio, pero la apagó en la miseria”.
**Beethoven
El gran compositor Ludwig van Beethoven sufrió de depresión, y se especula que también de trastorno bipolar; fue alcohólico la mayor parte de su vida, lo cual le llevó a la muerte por graves daños en el hígado. En el libro “Diagnosing Genius: The Life and Death of Beethoven”, François Martin Mai afirma que Beethoven mostraba cambios bruscos de estado de ánimo, desde uno enérgico a uno depresivo y suicida.
**Mozart
Existe un debate de si Mozart padeció trastorno bipolar o trastorno de la personalidad dependiente. El estudio de sus cartas ha hecho creer a los investigadores que pasó por episodios depresivos, aunque no está demostrado que también sufriera episodios maniacos, característicos del trastorno bipolar. Lo que sí es un hecho es que demostró comportamientos impulsivos característicos del trastorno dependiente de la personalidad, sobre todo, cuando su esposa se ausentaba o se separaba de él.
**Miguel Ángel
De acuerdo a sus contemporáneos, el grandioso pintor y escultor muchas veces se sentía preocupado por la realidad que, en algunas ocasiones, le parecía distorsionada. Su personalidad dedicada al trabajo también mostraba dificultad para formar relaciones con otras personas: tuvo pocos amigos y no acudió al funeral de su propio hermano. Debido a estos síntomas y a su genialidad en las matemáticas y arte, se tiene la hipótesis de que tenía cierto grado de autismo. Por otra parte, el Dr Paul Wolf de la Universidad de California, afirma que la melancolía que refleja algunos de sus trabajos es señal de tendencias depresivas o trastorno bipolar.
**Andy Warhol
Es posible que Andy Warhol, el padre del pop art, tuviera síndrome de Diógenes, que se caracteriza por el abandono personal en cuanto a la higiene y también en el aislamiento social.
Acumulaba en su casa desde cartas antiguas hasta trozos de pizza. Su intención era venderlos como parte de su trabajo, pero tampoco pudo, ya que desarrolló apego por ellos. En sus diarios escribió: “No puedo tirar nada...Me encantaría tener un lugar limpio”.
También es probable que sufriera depresión. El 23 de noviembre de 1961 el artista Ted Carey lo invitó a cenar, pero Warhol no acudió afirmando que estaba “demasiado deprimido”. Casi al anochecer de ese mismo día, Carey y su amiga Muriel Latow visitaron a Warhol para intentar animarlo, desarrollando la situación que lo condujo a crear una de las obras más conocidas de arte moderno. Así lo relata Muriel:
“Después de cenar fuimos a ver a Andy y estaba muy deprimido. Warhol me dijo que tenía que hacer algo nuevo y me rogó que le diese una de mis fabulosas ideas, a lo que le respondí: Te costará 50 dólares. Warhol escribió el cheque y le dije que tenía que encontrar algo que fuera reconocible por casi todo el mundo. Algo que veas todos los días y que todo el mundo sepa de qué se trata. Algo así como una sopa Campbel”.
Al día siguiente Warhol fue al supermercado A&P, se llevó varias latas de sopas Campbell y comenzó a trabajar en su estudio, comenzando así las 32 latas de sopa Campbell.
Es indiscutible el genio que estos personajes poseían, como también lo es que en muchas ocasiones se veían perturbados por su mente.
Bien dijo otro gran artista, Goethe: “La locura, a veces, no es otra cosa que la razón presentada bajo diferente forma”, lo que nos lleva a reflexionar sobre qué es lo que realmente vale la pena tomar como real o normal, ya que el ser creativo ve más allá de lo que la vida nos presenta en formas cotidianas.
"Algunas personas no enloquecen nunca. Qué vida verdaderamente horrible deben tener” -Charles Bukowski
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